Luego de la demolición y el operativo, en “La Junga” de Calais no quedó presencia oficial: sólo hay mucha policía y mil niños varados dentro de containers.

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En estos días, uno de los grandes problemas entre Francia y el Reino Unido gira en torno a qué hacer con los casi 1.300 menores que se encuentran viviendo allí, en muchos casos sin sus padres.

“Ya trasladamos a 200 chicos, entre ellos a 60 niñas que estaban en serios riesgos de sufrir explotación sexual”, afirmó Amber Rudd, titular del Ministerio del Interior británico. Sin embargo, y pese al desmantelamiento del campo, la problemática todavía está vigente.

Las distintas organizaciones sociales y de derechos humanos que trabajan en Calais denuncian que más de 1.000 niños todavía están viviendo en los containers de barcos que quedaron como restos del campo, con nula información sobre su futuro, poca comida y agua.

“Los chicos no tienen idea sobre qué está pasando y los voluntarios no saben qué decirles. Hay muy pocos adultos ahora para cuidar de tantos niños. Están estresados y muy confundidos”, aseguró Josie Naughton, de “Help Refugees”.

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