Durante todo el 2016, el represor buscó por distintos medios obtener el beneficio de la prisión domiciliaria: pese a que logró que algunos magistrados se la avalaran, el repudio de los organismos de derechos humanos y el minucioso trabajo de investigar sus presentaciones judiciales lograron evitarlo.

En mayo de 2017, el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación le abrió otra ventana para salir de la cárcel. Una vez más, el amplio rechazo de la opinión pública, la comunidad internacional y la sociedad, así como también la decisión de la mayoría de los fiscales de no avalar la decisión del máximo tribunal, volvieron a impedir que Miguel Etchecolatz camine libre por la calle. En esa oportunidad, el juez Germán Castelli, como magistrado de ejecución, decidió no hacer lugar a un nuevo cómputo de pena en función de la llamada “Ley de 2×1” planteado por la defensa.

Ahora, sin embargo, el Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata otorgó el beneficio de la prisión domiciliaria al genocida en las últimas dos causas en las que se lo mantenía en la cárcel en esa jurisdicción.

El mismo Germán Castelli junto a Alejandro Esmoris – Pablo Vega votó en disidencia – adujeron que la edad del condenado y las “patologías crónicas” que lo aquejan eran “suficientes” para fallar a favor del ex comisario.

Vale la pena recordar que Miguel Etchecolatz, de 87 años, recibió seis condenas por crímenes de lesa humanidad y está siendo investigado en otros procesos, como la desaparición de Jorge Julio López en 2006.

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